viernes, 1 de abril de 2011

4 DOM CUARESMA – ciclo A - (Jn 9, 1-41) –


1. INVOCA

·         Prepara tu ánimo para este rato de comunicación con el Señor. Él te va a dirigir su Palabra. Depende de ti: escucharla, aceptarla, interiorizarla, meditarla... llevarla a la vida. La Palabra te transforma.
·         Deja a un lado tus ocupaciones y preocupaciones: programas, planes, tareas... Prepara la Biblia y la hoja.
·         Cantemos suavemente:
·         Pedimos a la Virgen María que nos trasmita su actitud orante de la Palabra.
 
2. LEE LA PALABRA DE DIOS (Jn 9, 1-41) (Qué dice la Palabra de Dios)

 

Contexto

·         La ceguera, como otras enfermedades, según la mentalidad del tiempo de Jesús, era considerada como fruto de una conducta moral pecadora. Así como la buena salud y las riquezas eran signo de que el creyente se portaba bien con Dios. Los discípulos de Jesús participan de esta idea.
·         El núcleo de este texto evangélico es la proclamación de Jesús: Yo soy la luz del mundo (v. 5). Todo este relato es como una larga parábola o catequesis que lleva este mensaje: Jesús es la Palabra y Él es la luz verdadera, que con su venida al mundo ilumina a todo hombre (Jn 1, 9).

 

Texto

1. El ciego que ve
·         La vida pasada del ciego ha estado hundida en la oscuridad. Sin visión en sus ojos y sin la visión de la fe. Ver es igual a tener fe.
·         El ciego no pide nada. Es Jesús el que tiene la iniciativa de atenderle y de otorgarle la vista.
·         El ciego que recibe la visión corporal (v. 7).
·         Jesús no se contenta con darle la vista corporal, sino que le va revelando su identidad, hasta que el sanado reconoce que:
o    es un profeta (v. 17);
o    es el Salvador (Hijo del hombre), (v. 38).
·         El encuentro de Jesús con aquel hombre concluye con el acto de fe reconociendo a Jesús como Hijo de Dios: se postró ante él (v. 38).
·         El proceso de reconocer a Jesús como Dios va describiendo los pasos:
o    lavado, que recuerda el bautismo;
o    iluminación, al recibir a Cristo-Luz en el bautismo;
o    sanación corporal de la ceguera: desde las tinieblas a la luz de Cristo;
o    vencimiento las resistencias y ataques y proclama abiertamente que Jesús es el Mesías.
o    salvación e iluminación total por la fe en Jesucristo;
o    testimonio de la Luz que recibe (vs. 30-33)
2. Yo soy la luz del mundo (v. 5)
·         Jesús tiene la iniciativa de acercarse al ciego y también la de iniciar el proceso de la visión (vs. 6-7).
·         Destruye la mentalidad de que la ceguera viene del pecado (v. 3).
·         Da sentido a la carencia física y a la enfermedad: Para poner de manifiesto el poder del que me envió (v. 4).
·         Devuelve la dignidad y la voz al ciego sanado, cuando se enfrenta con los fariseos (vs. 24-33).
·         Es proclamado profeta por el sanado (v. 17). Jesús mismo es la Palabra que da la salud corporal y espiritual.
·         Es el Hijo del hombre, el Mesías, el Ungido, que viene a ungir con el Espíritu en el bautismo.
·         Jesús se autoproclama: Yo soy la Luz del mundo. El que me siga no camina a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida (Jn 8, 12).
3. Nosotros, portadores de la Luz
·         Iluminados con la Luz desde el bautismo, pero caminando entre tinieblas.
·         Hijos de Dios, pero sin la confianza total en el Padre.
·         Creyentes en Jesús, Hijo de Dios, Mesías, Salvador:. Pero, no le creemos del todo con nuestra vida.
·         Discípulos de Jesús, pero sin seguirle radicalmente.
·         Hermanos de Jesús, pero sin crecer en la amistad con Él.
·         Miembros de la Iglesia, pero con nuestros individualismos, sin formar comunidad.
·         Abriendo los ojos a la realidad, pero con evasiones y sin comprometernos.
·         Creyendo que Jesús es la Luz, pero poniendo cristales ahumados para que no hiera nuestra vista.
·         Afirmando y predicando que Él es el Mesías, pero evitando las cruces por causa del Evangelio.

3. MEDITA (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)
·         También puedo andar a oscuras, con los ojos cerrados, porque no tengo fe total en Jesús.
·         También puedo excusarme ante Jesús, temiendo que su curación me lleve a un compromiso definitivo con Él.
·         Tengo que dejarme iluminar por Jesús, para que experimente con claridad qué quiere el Señor de mí y qué respuesta me pide.
·         Como el ciego, tengo que dejarme mirar, ser tocado, mandado, enviado, lavado e iluminado por Jesús.
·         Con y desde Él, sí podré ver con otra visión la vida, para transformarla en tiempo e historia de salvación.
·         Con Él, sí podré ser testigo, superando los miedos y temores de las burlas y malentendidos por causa del Evangelio.

4. ORA (Qué le respondo al Señor)
·         Cura, Jesús, mi ceguera. Para que pueda descubrirte en el fondo de mi existencia, en los hermanos, en la monotonía de cada día, en los sucesos agradables y desagradables.
·         Abre mis ojos interiores, los de la fe, para dar sentido a mi vida y a la vida de los que me rodean.
·         Sumérgeme, una vez más, en las aguas fecundadas por tu Espíritu, para crecer en mi condición de hijo amado del Padre, hermano tuyo y hermano de las personas.
·         Anímame con tu Espíritu para ser portador de tu Luz a los que caminan a oscuras por la vida.
·         Sáname, Jesús, con tu fortaleza y con tu suavidad, con tu ternura y con tu energía, con tu vida y con tu muerte, con tu cruz y resurrección.

5. CONTEMPLA
·         Al ciego sanado, valiente, audaz, creyente, testigo, iluminado e iluminador.
·         A Jesús, que se acerca a ti, para abrirte los ojos a la fe y a la confianza.
·         A Jesús, que viene a renovar tu consagración bautismal, para ser más hijo del Padre, más hermano del Hermano y de los hermanos.

6. ACTÚA
·         Repetiré y viviré lo que expresa el salmo 36, 10: En ti está la fuente viva y tu Luz nos hace ver la luz.

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