viernes, 25 de marzo de 2011

3 DOM CUARESMA - ciclo A - (Jn 4, 5-42)

1. INVOCA

·         El Espíritu está siempre disponible para darnos su inspiración y su animación. Es el mismo Espíritu, que inspiró a los autores sagrados, el que ahora nos inspira a nosotros para entender correctamente el sentido de la Palabra. Y el mismo Espíritu es quien nos amina a vivir la Palabra.
·         Nos disponemos con todo interés para recibir a ese Espíritu. Nos abrimos a su acción.
·         Preparamos nuestro ánimo, con el silencio exterior e interior. Preparamos la Biblia y la hoja.

2. LEE LA PALABRA DE DIOS (Jn 4, 5-42) (Qué dice la Palabra de Dios)

 

Contexto litúrgico

·         El Evangelio de este domingo era uno de los texto bíblicos más importantes, que recibían los catecúmenos como preparación al bautismo en la Pascua en los primeros tiempos de la Iglesia. Las lecturas de la Palabra de los evangelios de los domingos del ciclo A eran la base para la catequesis pre-bautismal.
·         Esto significa para nosotros que también la Cuaresma, junto con la Pascua, es tiempo propio para renovar nuestros compromisos bautismales.
Contexto bíblico
·         El relato de la samaritana describe una de las escenas más humanas de los Evangelios. Y descubre a Jesús Mesías y Templo de la presencia de Dios entre los hombres. Al mismo tiempo, este texto señala los pasos que debe seguir toda persona, más el cristiano, para encontrarse con el Señor.
·         La enseñanza principal está en: sustituir un culto vacío por el verdadero culto en Espíritu y en verdad (23).

Texto

·         Podemos observar en este relato los pasos del proceso catecumenal que lleva a la fe y vida en Jesús:
o    Se ubica el encuentro en un lugar y en una hora (vs. 5 y 6);
o    Jesús pide agua a la samaritana: Dame de beber (7). El agua viva (10 y 11), que promete Jesús provoca en la samaritana la petición: Señor, dame de esa agua para que no tenga más sed (15);
o    Jesús quiere cambiar la vida de la samaritana, que no va tanto a “llamar a su marido” (16), sino a aceptar el verdadero culto. (Los maridos son el símbolo del culto a los ídolos, dioses falsos).
o    Presentación de Jesús como el Mesías: Soy yo (26);
o    La samaritana se convierte en evangelizadora ante su gente (vs. 39-42), que creen también en Jesús (42).
1. Jesús el Mesías
·         El evangelista Juan presenta varias veces a Jesús con la autodefinición: Yo soy. Podemos recordar algunas: Yo soy... el pan de vida (6, 35), la luz del mundo (8, 12), el buen pastor (10, 11), la resurrección y la vida (11, 25), la vid (15, 1 y 5), Yo soy (18, 5) ante Judas y soldados, soy rey (18, 37).
·         La expresión Yo soy sonaba a los oídos de los judíos igual que Yavé, (soy el que soy), el nombre de Dios. Ante la samaritana se autodefine: Yo soy el Mesías (4, 25-26).
·         Jesús se presenta con audacia y libertad, dejando a un lado la fama negativa de herejes.
·         Jesús que ofrece el agua verdadera que calma la sed de los que buscan al Señor.
2. La samaritana
·         Es el símbolo de los samaritanos, que habían dado culto a cinco dioses de otros pueblos (2 Re 17, 24ss). (Son los novios que dice el v. 18).
·         La samaritana y los discípulos se extrañan de que un judío dialogue con una mujer (vs. 9 y 27), ya que los judíos no se comunicaban con los samaritanos, que eran considerados herejes por haber construido un templo en su región, para no ir al templo de Jerusalén.
·         Se transforma en apóstol de Jesús ante los de su pueblo: Deja el cántaro v. 28) (deja su vida pasada), y va a anunciar su encuentro con el Mesías (v 29).
3. Adorar en espíritu y en verdad (v. 23)
·         Esto supone el abandono de templos y lugares sagrados, de cultos vacíos y sin conversión de vida de los creyentes.
·         El nuevo y definitivo templo es Jesús. En Él encontramos al verdadero Dios y Padre.
·         La actitud del discípulo de Jesús debe ser: adorar a Dios en todo lugar y en todo tiempo. No sólo en un lugar concreto. Y saber que en Jesús habita la plenitud de la divinidad, el lugar personificado en Jesús, para encontrarnos con el Padre y con el hermano.

3. MEDITA (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)
·         El encuentro con Jesús en la oración, en la Eucaristía, en el hermano ¿me motiva para cambiar mi conducta: sentimientos, valores, actitudes, acciones?
·         ¿Me doy cuenta de que con Jesús ya tengo el agua viva que calma toda mi sed de felicidad?
·         Después de estar con Jesús, ¿me siento evangelizador ante los hermanos?

4. ORA (Qué le respondo al Señor)
·         Quiero, Jesús, encontrarme contigo a toda hora y en todo lugar. Tú eres el agua viva que calma toda sed. Por eso, te pido que me sacies con esa agua tuya, para no tener más sed de cosas que me desvían de tu amistad y, en consecuencia, de ser feliz.
·         Saciado de tus dulzuras, me entrego con generosidad a mis hermanos para anunciarles que Tú eres la Buena Noticia para ellos y que sabes saciar todas las apetencias humanas.

5. CONTEMPLA
·         A Jesús, fatigado del camino, sediento del bien de las personas, para descubrir y ofrecer la fuente de la verdadera vida.
·         A la samaritana que descubre a Jesús, sacia su sed de encuentro con el verdadero Dios, y corre a anunciar la Buena Noticia a los suyos.
·         A ti mismo, que en muchos momentos has recibido el consuelo y el gozo de conocer y estar con Jesús y que sientes también el gozo de anunciar a Jesús y ser su testigo ante las personas.

6. ACTÚA
·         Repite: Mi alma tiene sed de Ti, Señor (Sal 63, 2).

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