sábado, 4 de febrero de 2012

Moniciones dominicales

        DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO



           Ambientación general

    Paz y Bien. La misión del profeta es hablar y actuar en nombre de Dios. Dios es amor y nos envió a su Hijo Jesucristo para encarnar este amor en nuestra historia humana. Vamos a ver a un Jesús que se hace todo para todos y alterna la atención a los enfermos con sus ratos de oración y la proclamación de la Buena Nueva por toda la región de Galilea. ¿Qué supone esto para nosotros? Abramos nuestro corazón al misterio que vamos a celebrar para que, como aquellos que convivieron con Jesús, tengamos también nosotros la gracia de experimentar su bondad y cercanía que nos inspira, nos conforta y nos invita a acompañarle en su misión evangelizadora. El ejemplo que tenemos hoy es la persona de San Felipe de Jesús cuya fiesta celebramos.



Monición a la 1ª lectura – Job 7, 1-4. 6-7

Este personaje misterioso de la Biblia, que es Job, probado en su fe y confianza en Dios, expresa la fragilidad e inseguridad de la vida humana y en medio de esa situación acude a Dios.



Salmo responsorial:  Salmo 146

Frente a la pequeñez e insuficiencia humanas, el salmo nos invita a reconocer y a alabar a un Dios que está cerca de nosotros, a un Dios que, a pesar de su inmenso poder y sabiduría, se acerca a nosotros para sanar los corazones heridos. Por ello, podemos cantar: Alabemos al Señor, nuestro Dios.



Monición a la 2ª lectura – Iª Carta a los Corintios 9, 16-19.22-23

En línea con la misión de Jesucristo, que pasa su vida haciendo el bien y predicando el Evangelio, san Pablo nos comparte ahora su inquietud y su labor evangelizadora.



Monición al Evangelio: Marcos 1, 29-39

El texto que vamos a escuchar en el relato evangélico nos presenta la imagen de Jesús como el  profeta que habla y actúa en nombre de Dios, hecho solicitud y bondad hacia todos.



REFLEXIÓN

Interiorizando personal y comunitariamente este mensaje dominical podemos subrayar lo siguiente:

1.     La vida del ser humano discurre entre la fragilidad de la historia personal de cada uno y la grandeza omnipotente de Dios.  Las pruebas que enfrentamos nos deben hacer levantar los ojos al cielo y renovar nuestra confianza en un Dios que no nos dejará de su mano.

2.     Como Jesús, que se desvive por su gente, también nosotros, los que nos llamamos discípulos y seguidores suyos, debemos tomar sobre nosotros la tarea de anunciar de palabra y de obra la presencia amorosa y confortante de Dios.

3.     También la experiencia de san Pablo, que se siente obligado a predicar el Evangelio y urgido a “hacerse todo para todos para ganarlos a todos” para Dios, nos han de inspirar y animar a sumarnos a esta labor misionera de Jesús hoy en la Iglesia.





PRECES

Jesús encontraba siempre tiempo para su  oración por muy ajetreado que se encontrara. Inspirados por su ejemplo, presentamos a Dios nuestras inquietudes y las necesidades de nuestro mundo.

Respuesta a cada intención: Padre, escúchanos.

-        Por la Iglesia, Madre y Maestra de los creyentes, para que se encarne en las realidades de necesidad y penuria del mundo y anuncie incansablemente y con valentía la Buena Nueva del Evangelio. Oremos.

-        Por los gobernantes del mundo, para que se sientan responsables de procurar  la justicia, la paz y el bienestar de todos. Oremos.

-        Por todos los más necesitados de nuestra sociedad, particularmente por quienes no tienen trabajo, por los enfermos y ancianos, para que sientan cerca la presencia confortadora de Dios en quienes estamos cerca de ellos. Oremos.

-        Por todos los que nos consideramos discípulos de Cristo, para que sintamos y vivamos la urgencia de  ser evangelizadores y solidarios con quienes nos necesiten. Oremos.

Que Dios, lleno de compasión y bondad, se digne acoger benévolamente estas oraciones, expresión de nuestra confianza en Él. Por Cristo nuestro Señor.



Envío semanal

San Pablo nos ha compartido su inquietud evangelizadora con las palabras: “¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!”. Llevemos también con nosotros esta sana inquietud, que nos haga testigos eficaces de Jesucristo por medio de nuestros afanes  de la semana.

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